miércoles, 3 de febrero de 2010

Símbolo e indicio

Por un lado, el símbolo, emblema de libertad, de ideales de vida, casi utópicos, que representa la unión fraternal entre personas dispuestas a vivir y morir por alcanzar la perfección humana, por librar al mundo de la corrupción interna que lo devora como parásito desde sus entrañas; por otro lado, tenemos el indicio de esa misma corrupción. El olor nauseabundo que se pasea arrastrándose como un asqueroso gusano, enseñando a dejar todo pensamiento claro de vida digna, incentivando al odio, la violencia, la división entre hermanos.

Y a su vez, este indicio de decadencia deja su propio rastro, al destruir frágiles mentes con historias de igualdad y felicidad, cuando en realidad pretende todo lo contrario. Llega la salvajía humana, como la anarquía, por citar un ejemplo.

Por qué usé esta analogía procedente a temas de lenguaje que nada tienen que ver con lo que quise representar en ellas, no importa. Simplemente me gustó.

Cambios

Pensando en mi vieja habitación, la que tuve desde los doce años, me di cuenta de los cambios por los que he pasado en menos de un simple año; y sin embargo, para mí han sido como una vida completa.

Alguna vez sólo fui un parásito ocupando un espacio pequeño de habitación, y reclamando con firmeza por una pared contra la cual largar mis "dotaciones cristianas" (nunca fui cristiano, así que cualquier persona entiende a qué me refiero); pero de un momento a otro, se ha convertido en un lugar más que cristiano, en donde los religiosos se reúnen, y en donde hablan de "nuestro" Señor Jesucristo (más allá del sarcasmo). O mejor dicho, un lugar para el cual escupir y largar mi semen de vez en cuando (no es necesario especificar más, aunque ahora el cómo quede esa pared, y cuánto me lleve limpiarla importa más que cualquier otra cosa).

También recuerdo aquellos tiempos en los que vigilaba por si no había una satánica cucaracha en mi hermoso camino; hoy en día miro si no hay un hermoso insecto pero para cagarme las patas, y aplastarlo pensando que estoy reventando las gambas del dios de los judíos.
Ojalá su cruzada sea idónea, que me meo de la risa de él.